Esa misma hora, en otro lado de la ciudad…
-¿Qué hora es?- le pregunta Pedro a su mejor amigo, que aun está algo dormido.
-Espera, que lo miro en el móvil- dice desperezándose- Son las cinco menos cuarto.
-¿¡Qué!?- exclama Pedro, alarmado al ver lo tarde que es- ¡¡Es tardísimo!! Quedé con Amara a las cinco en el centro comercial. Desde aquí se tarda media hora; quizás me dé tiempo si voy corriendo… Bueno, César, me tengo que ir.
César se queda quieto en su sitio, sin decir nada. Pedro habló tan rápido que apenas le dio tiempo a darse cuenta de lo que le estaba diciendo.
Veinte minutos después, en el lugar exacto donde habían quedado…
-Lo siento, llego un poco tarde.
-Eh… hola.
-Bueno, eres Amara ¿no?- le pregunta Pedro a aquella chica que a sus ojos le parece muy guapa. Lleva el pelo a la altura de los hombros y algo ondulado, recogido con un par de horquillas. No tiene muy claro que esa sea la persona a la que estaba buscando, pero lo desea.
-Sí, soy yo. Pero, ¿tú quién eres?
-Yo soy Pedro, nos conocimos a través del chat. Yo conseguí tu dirección gracias a una servilleta, ¿te acuerdas?
-¡Ostras! Perdona, es que como viniste muy decidido hacia mí, pensé que me conocías y yo no recordaba tu cara.
-¡Jajá! Bueno, eres la única chica que hay por aquí, supuse que eras tú.
-Sí… - dice ella avergonzada por no haberse dando cuenta de ese detalle.
-¿Entramos? Aquí fuera hace frío.
-Claro, aquí me estoy congelando.
-¿Te apetece ir al cine?
-No estaría mal… estoy estudiando tanto que no tengo tiempo ni para ver una película.
-Buf… yo estoy igual.- miente Pedro. Él dejó de estudiar y hace unos cuantos meses que no toca un libro. Una mentira de vez en cuando no importa, ¿no? No se da cuenta de que, tarde o temprano, Amara se dará cuenta y eso solo llevará a una disputa.
-¿Vemos Avatar?- pregunta Amara, sacándole de sus pensamientos.
-Sí, esa tiene buena pinta.
Se colocan en la fila, aparentando una pareja adolescente que va a disfrutar de una película. Cuando les toca su turno, después de unos largos minutos muy agradables charlando de anécdotas graciosas, llegan a la cabina.
-¿Qué queréis?- pregunta una señora mayor que está al otro lado del cristal, algo antipática y aburrida de tener que soportar a gente indecisa.
-Dos entradas para Avatar, por favor.
-¿En 3D?
-Sí, a poder ser en la mitad.
La mujer le entrega las entradas y, sin darle tiempo a apartarse, ya está con el siguiente cliente.
Una vez alejados, los dos jóvenes empiezan a comentar sobre esa mujer y lo desagradable que era. “Bueno, al menos no es una tarde desperdiciada. Me lo estoy pasando muy bien; Pedro es muy simpático”, piensa Amara. No quiere que ese día tan mágico acabe, y ni siquiera se imagina lo que ocurrirá.
En esos instantes, en la entrada del nuevo restaurante…
-Buf… ¡Qué frío hace!- comenta Nina. En momentos de silencio, el tiempo es el único tema del cual se habla.
-Sí… Pero yo prefiero el frío antes que el calor.
-¡Yo también!
Se ríen, y la conversación queda en el aire. Ahora ninguna de las dos sabe de qué hablar, solo esperan a que sus padres salgan del local y las lleven a la discoteca que ahora está de moda.
Tres horas más tarde, a la salida del cine…
-La película me encantó ¡estuvo muy emocionante! – exclama Amara muy ilusionada.
-Sí, pero lo que más me gustó fue mi acompañante – dice Pedro, con una sonrisa que le resulta muy agradable a su nueva amiga. Ella enrojece y, sin darse cuenta, se acerca un poco más a él.
-Todavía son las ocho, ¿a dónde quieres ir? Podríamos ir al parque que hay aquí cerca, aunque con este frío…
-No, vallamos a la playa – aventura Pedro sonriente. Le apetece algo diferente y original, quiere pasárselo realmente bien y esa chica le hace enloquecer.
-¡De acuerdo! Vamos a esa parada, seguro que pasa un bus pronto.
A Pedro le sorprende la reacción de Amara, se esperaba un “no” por respuesta. Todavía le queda mucho para conocerla bien y piensa que tendrá todo el tiempo del mundo, pero eso no será así.